A través del saco búlgaro se consigue un entrenamiento funcional, con el objetivo de que lo que se trabaja acabe siendo aplicado a las actividades de la vida cotidiana; no sólo se centra en la propia práctica deportiva. Para levantarlo y manipularlo en muchos ejercicios se requiere toda la musculatura, lo que proporciona un desarrollo muscular armónico y proporcionado. Es una tecnología que replica los movimientos de la lucha grecorromana, cuyo origen es mejorar el rendimiento explosivo y cardiovascular; también se gana estabilidad de piernas, especialmente, de rodillas.