Controlar el pulso y, por lo tanto, la frecuencia cardiaca
es algo que deberíamos hacer de manera más o menos habitual en la vida normal,
puesto que cualquier desviación en estas mediciones puede ser uno de los
síntomas para sufrir distintas enfermedades cardiovasculares o simplemente una
deshidratación o una infección. Pero si, además, hacemos deporte, es vital para
optimizar el ejercicio físico y no poner en riesgo nuestra salud.