A pesar de su uso tan extendido,
siendo muy habitual encontrarlo en una amplia variedad de productos
alimenticios en realidad sumamente diversos (desde galletas a pasteles, pasando
por pizzas precocinadas, cremas de cacao o aperitivos salados), la realidad es
que desde un punto de vista nutricional no es una opción muy saludable. El
motivo principal lo encontramos en su alto contenido en grasas saturadas.