La natación es la actividad de resistencia por excelencia. Y lo es porque te obliga a moverte continuamente. Y es que tanto si avanzas como si te quedas suspendido en el agua, estás en continuo movimiento, por lo que se realiza ejercicio aeróbico constantemente, lo cual es beneficioso para los sistemas cardiovasculares y respiratorios.
Así, por un lado se ejercita el corazón con suavidad y se favorece la circulación de la sangre situada, sobre todo, en la piernas, gracias a la alternancia de contracciones y descontracciones musculares. Por lo que adiós a los edemas y a las piernas pesadas.
Por último, cabe destacar sus múltiples beneficios sobre el cuerpo tanto para prevenir lesiones como para tratarlas. Con la natación se fortalecen prácticamente todos los músculos, lo que repercute, por ejemplo, en una mejor postura corporal y en la prevención de dolores de espalda. También es beneficioso para las articulaciones, debido a que ejercitamos tendones y ligamentos, lo que aumenta la flexibilidad y, al fin y al cabo, la calidad de vida.