La protección que supone la
práctica de actividad física respecto al riesgo de cardiopatía isquémica e
hipertensión arterial está firmemente
apoyada en una abundante y rigurosa investigación epidemiológica. Otros efectos
beneficiosos se refieren a la reducción de la incidencia y prevalencia de
osteoporosis, disminuyendo el riesgo de caídas y fracturas, y un menor riesgo
de trastornos depresivos y de ansiedad. Por último, niveles bajos de actividad
física se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar varios tipos de
cáncer. Por eso es necesario acumular
30 minutos de actividad física de intensidad moderada durante casi todos los días de la semana.