jueves, 8 de diciembre de 2016
El Salto Imposible
La noche del 30 de agosto de 1991 fue especial para el atletismo: durante el mundial de Tokio y en un lapso de una hora fue batido dos veces el récord más antiguo de esta disciplina hasta ese momento, los 8,91 metros en salto en largo establecido por Bob Beamon en 1968.
El primero en hacerlo fue Carl Lewis. "El hijo del viento", como se lo conocía, logró en su intento quebrar la marca con un increíble salto de 8,93 metros.
Las cámaras no dudaron en caer sobre él: el ganador de la medalla de oro en la prueba reina de los 100 metros en los Olímpicos de Seúl 88 ahora se quedaba con la marca más "sagrada" e intocable de su deporte.
Pero faltaba el salto de un desconocido Mike Powell. Y fue impresionante: 8,95 metros para la posteridad del estadounidense, quien estableció el nuevo registro y se quedó con la medalla de oro en aquel evento.
Ya han pasado 24 años y el récord continúa allí.