Los dos tipos de estrés actúan por medio de la
liberación de hormonas, pero el psíquico no requiere de un desempeño
tan físico, como podía ser enfrentarse a situaciones de peligro. Esto hace que nuestros recursos energéticos (azúcares y
grasas) preparados para ser utilizados, no se eliminen por completo y esto
lleva a un estado crónico de alarma, o que puede tener consecuencias para
nuestra salud.
La práctica de actividad
física hace que se normalice la secreción hormonal, lo que conlleva que los
niveles de azúcar y grasas en sangres altos vuelvan a bajar, así como la
presión arterial. Por lo tanto, esto contribuye a la mejora de los síntomas de
estrés. No todos los deportes son adecuados: la clave está en divertirse
practicándolo dejando el rendimiento a un lado.