Sabemos que el uso de calor y frío es habitual en el alivio y sanación de lesiones, pero, ¿cómo debemos usar cada una? Si hablamos de críoterapia (frío), basado en la disminución del flujo sanguíneo, del drenaje vascular y linfático, antiinflamatorio, disminución de temperatura y metabolismo celular, entre otros, no debe prolongarse su uso más allá de los 20 min, y suele utilizarse en esguinces, tendinitis y dolores musculares, por ejemplo. En cuanto a la termoterapia (calor), que aumenta el flujo sanguíneo, el metabolismo y temperatura locales, reduce el dolor, mejora la elasticidad de músculos, ligamentos y tendones, y es antiespasmódica y antiinflamatoria, suele utilizarse en lesiones no recientes, contracturas y afecciones articulares, entre otras. Por último, cabe destacar los contrastes térmicos, donde ambos se alternan con el fin de favorecer la reabsorción de líquidos y de tratar lesiones no recientes.