La creencia popular de que cuanta más energía se gasta más hambre se tiene puede dejar de tener vigencia. Según un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts, las personas que llevan una vida sedentaria no sólo queman menos calorías, sino que tienen más hambre que las que practican actividades moderadas como andar.
Para ello seis personas jóvenes y en buena forma física se sometieron a tres situaciones distintas. Éstos afirmaron tener más hambre, sentir un mayor deseo de comer y encontrarse menos saciados cuando estaban inactivos. Según el estudio, los resultados sugieren que la inactividad puede aumentar la percepción de hambre y disminuir la de saciedad, aunque actividades de baja intensidad como caminar tienen un efecto reductor sobre el apetito.
Para ello seis personas jóvenes y en buena forma física se sometieron a tres situaciones distintas. Éstos afirmaron tener más hambre, sentir un mayor deseo de comer y encontrarse menos saciados cuando estaban inactivos. Según el estudio, los resultados sugieren que la inactividad puede aumentar la percepción de hambre y disminuir la de saciedad, aunque actividades de baja intensidad como caminar tienen un efecto reductor sobre el apetito.