Una forma externa de influir en el desempeño físico del atleta ha sido mediante el consumo de sustancias prohibidas por los reglamentos de las organizaciones deportivas. Estas sustancias, al ser ingeridas, provocan un aumento artificial del rendimiento deportivo, pero que de alguna forma desestabilizan las funciones fisiológicas del organismo en detrimento de la salud. Su utilización va en contra de la filosofía del Comité Olímpico Internacional, promoviendo un conjunto de valores éticos, morales y humanistas inherentes al deporte para lograr un desarrollo integral de la personalidad de los deportistas.